La evaluación en el proceso didáctico
El proceso didáctico, como todo sistema estructurado, está
establecido en tres elementos fundamentales: Entradas o Preparación, Proceso o
Realización y Salidas o Resultados. Como todo proceso, igualmente lleva a la par
otro proceso de evaluación continua que permite en cada fase anteriormente
señalada el recibir datos sobre su funcionamiento y disponer en su caso de los elementos de mejora o rectificación
necesarios. Es lo que se denomina feed-back o realimentación.
La evaluación continua
Se llama evaluación continua a la que engloba todo el
proceso de aprendizaje, y se refiere tanto al profesor, al alumno o a la marcha
del proceso. La evaluación continua contempla tres fases en su proceso:
Evaluación diagnóstico o inicial
Es la determinación de la presencia o ausencia en un alumno
de capacidades, habilidades motrices o conocimientos. En ella se recibe también
información sobre la motivación del alumno, sus intereses, etc.
Es la determinación del nivel previo de capacidades que el
alumno tiene que poseer para iniciar un proceso de aprendizaje y la
clasificación de los alumnos por medio de características que están
relacionadas con formas de aprendizaje. Mediante la evaluación se determinan
las causas fundamentales de las dificultades en el aprendizaje.
La evaluación diagnóstico se realiza al principio de una
etapa de aprendizaje, o cuando hay dudas, durante el proceso de que un alumno
tiene cualquier tipo de dificultad. Puede realizarse tanto al principio de
curso, como al principio de cualquier núcleo temático, o semana, o día. Es conveniente estar en situación continua de
diagnosis.
Evaluación formativa o de procesos
Es la realimentación del alumno y del profesor sobre el
progreso del alumno durante el proceso de aprendizaje y la identificación de
los problemas más comunes de aprendizaje para solucionarlos mediante
actividades y organizar la recuperación. Se realiza durante todo el proceso de
aprendizaje.
Evaluación sumativa o final
Es la que certifica que una etapa determinada del proceso,
pequeña o grande, se ha culminado o la que se realiza cuando se deben tomar
decisiones en caso de competencia entre varias personas: puestos limitados,
oposiciones, etc.
Se produce al final de una etapa, día, semana, mes o curso
escolar, o al comienzo de una situación en la que hay plazas limitadas.
Concepto de evaluación:
La evaluación es una actividad sistemática y continua como
el mismo proceso educativo, un subsistema integrado dentro del propio sistema
de la enseñanza y tiene como misión especial recoger información fidedigna
sobre el proceso en su conjunto para ayudar a mejorar el propio proceso, y
dentro de él, los programas, las técnicas de aprendizaje, los recursos, los
métodos y todos los elementos del proceso.
La evaluación debe servir de ayuda para elevar la calidad
del aprendizaje y aumentar el rendimiento de los alumnos.
Evaluación: un paso más en el proceso
de enseñanza-aprendizaje
En su acepción tradicional e incluso en la práctica docente,
suelen confundirse la medición y la evaluación y, en consecuencia, hasta se
identifican sus técnicas. Por esta razón, como en otros lugares de este texto,
es conveniente, o necesario, hacer la referencia sobre los conceptos, muy
utilizados poro casi nunca aclarados. Los alumnos habrán así, antes de iniciar
su tarea, definido los términos.
Medición.
La medición «es la expresión objetiva y cuantitativa de un
rasgo y sólo se transforma en elemento en cuanto se la relaciona con otras
mediciones del sujeto y se la valora como una totalidad».
La evaluación es el proceso mediante el cual se emite una
serie de juicios sobre la base de cierta información recibida; la medición es
el proceso que proporciona tal información y podríamos localizarla en un lugar
subordinado y como sirviendo a los propósitos de la evaluación.
Evaluación.
La evaluación es un proceso integral que permite valorar los
resultados obtenidos en términos de los objetivos propuestos, acorde con los
recursos utilizados y las condiciones existentes.
Esto implica la obtención de informaciones que permitan la
elaboración de juicios «válidos» acerca del alcance de determinado objetivo, de
la eficiencia de un método, etc. Para el logro de esas informaciones la
evaluación utiliza la medición, la cual garantiza datos más válidos y
confiables en los cuales fundamentar los juicios.
«La evaluación educacional ha sido, y hasta cierto punto
sigue siendo, un proceso más bien estancado de pruebas estandarizadas,
calificación, colocación, certificación y acreditación, que sirve para mantener
pautas normativas...» «La definición de la evaluación como medición se limita
evidentemente, sólo a aquellas cosas que pueden ser medidas con pruebas
estandarizadas».
Objetivos e instrumentos de evaluación.
Los diferentes ámbitos de conducta a que pertenecen los
objetivos de aprendizaje (cognitivo, psicomotriz y afectivo) exigen por su
propia naturaleza diferentes instrumentos. La evaluación es mucho más
comprensiva y abarcadora que la medición. La primera es más compleja, supone la
interrelación de múltiples factores, en los cuales se encuentra la medida
misma. «La medición es una pericia técnica y la evaluación un acto educativo
(en tanto juzga y valora el alumno)». «Para hacer actos valorativos se deben
atravesar momentos y actos de medida».
La evaluación como mera congruencia entre
objetivos-resultados.
Una de las funciones de la evaluación consiste en comprobar,
de modo sistemático, en qué medida se han logrado los resultados previstos en
los objetivos propuestos. Esto implica una congruencia entre las expectativas o
conductas esperadas y sus logros. Las definiciones tradicionales de evaluación
le han otorgado una interpretación temporal en el proceso enseñanza-aprendizaje
que en la práctica se traduce a técnicas terminales que se limitan a una
comprobación de productos o resultados.
Cada modificación de conducta que se produzca en los
alumnos, en los profesores, o en las experiencias de aprendizaje en general,
aporta elementos de diagnóstico que servirán de guía para replantear los
objetivos o para una nueva selección y organización de las actividades o de los
mismos instrumentos de evaluación.
En consecuencia, si bien es deseable una congruencia entre
lo previsto y lo logrado, el carácter intrínsecamente continuo y dinámico de la
evaluación exige una constante retroalimentación.
La evaluación no
es una actividad aislada del proceso formativo
La evaluación es un proceso continuo y acumulativo. Es una
acción inherente y simultánea al quehacer educativo. Estas características
implican la inoperancia de la evaluación como una actividad aislada, a veces
realizada como cortes del proceso enseñanza-aprendizaje (fechas o períodos de
evaluación formal acompañados psicológicamente de un clima de tensión
particular).
Toda clase es una oportunidad para «reunir evidencias» de la
actuación de los alumnos y de nuestra acertada o no-selección de objetivos y de
medios para la conducción del aprendizaje.
Objetividad
técnica frente a objetividad educativa.
La errónea identificación medición-evaluación lleva en la
práctica pedagógica a una confusión de los instrumentos de ambas. La
«objetividad técnica» solo se logra cuando se dispone de un instrumento de
calificación imparcialmente aplicado. Es evidente que sólo algunas de las
conductas del dominio cognitivo (conocimiento de hechos específicos, de
clasificaciones y categorías, etc.) pueden «medirse» a través de pruebas
objetivas de rendimiento escolar. Pero los otros ámbitos de conductas
(psicomotriz y afectivo) e incluso las categorías superiores de ámbito
cognitivo (ej.: comprensión, interpretación, extrapolación, análisis de los
principios de organización, etc.), exigen por su naturaleza compleja
instrumentos de evaluación diferentes.
Algunos autores distinguen la objetividad técnica de la objetividad
educativa. Esta última implica una actitud crítica que analice las diversas
causas del rendimiento. La medición es sólo «un dato», que se comprende en
función de un contexto que es la situación humana de cada alumno, el nivel del
grupo, el tipo de institución, el ámbito socioeconómico de la comunidad a la
que pertenece la escuela, etc.
Mitificación de la objetividad.
Las «notas» parecen estar revestidas del máximo de
objetividad. Sin embargo, las calificaciones pueden ser tan subjetivas como la
apreciación cualitativa de los resultados. La enseñanza tradicional adjudica al
profesor la autoridad para determinar el éxito o fracaso de sus alumnos. Si
bien es bastante cuestionable dicha autoridad, es evidente que su objetividad
está imbuida de características personales. En consecuencia la nota carece de
idoneidad para una operación tan simple como es la calificación. Las cifras
adquieren diferente grado de significación en diferentes contextos. El sistema
numérico de calificaciones externamente tan «técnico y aséptico», es distinto
en cada profesor y también en la valoración de los alumnos.
El criterio tradicionalmente empleado, que consiste en
comparar a los alumnos entre sí, carece de todo fundamento. «El alumno será
calificado sobre la base de su actuación frente a un standard predeterminado y
no con relación a sus pares».
La evaluación como
actividad final.
Si el aprendizaje se enfoca en función de una actitud
dialogal y por ende cooperativa entre docentes y alumnos, ya sea en el
planteamiento como en la ejecución de las experiencias de aprendizaje, se
impone una evaluación permanente. Una estrategia metodológica efectiva requiere
dos tipos de evaluación:
a). Una constante evaluación formativa «que proporciona la
información necesaria para individualizar la instrucción y detectar las
deficiencias de aprendizaje».
b). Una evaluación sumativa «que proporciona información
acerca de cómo han cambiado los alumnos con respecto a los propósitos del
curso».
«El propósito primario de la evaluación sumativa es
calificar a los alumnos de acuerdo con su rendimiento, teniendo en cuenta los
objetivos propuestos (evaluación como congruencia objetivos-resultados), de
allí que su sentido real sea final». Este replanteamiento de las concepciones
de evaluación trae aparejado una modificación de las políticas y prácticas de
las calificaciones escolares tendentes a diseñar y emplear procedimientos de
evaluación formativa como «medida de control de calidad» del progreso del
aprendizaje. «El problema no consiste en separar a los alumnos sino en
asegurarse de que todos en efecto aprenden hasta lograr los niveles esperados».
La evaluación debe
facilitar la toma de decisiones.
La evaluación como actividad final reviste el carácter de
fallo fiscal en sí misma; carece de valor orientador y motivador. El alumno no
modificará su aprendizaje ante un plazo ni ante un «debes ser más aplicado».
Por el contrario, el conocimiento gradual y acumulativo de los alumnos es un
recurso de sondeo de la situación que «provee información para emitir juicios y
adoptar medidas de acción en situaciones en las que hay que tomar decisiones.
Una decisión es una elección entre alternativas y una situación de toma de
decisiones entre un conjunto de alternativas».
Una oportuna decisión del grupo y/o profesor, ya sea para
volver a revisar lo planeado o reajustar los procedimientos de enseñanza, podrá
dar elementos correctivos útiles. Es obvio que no pueden esperarse los
resultados de los exámenes finales para redefinir los objetivos.
La evaluación como
feedback.
Concebir la evaluación como proceso y admitir el valor de la
evaluación formativa y sumativa, involucra la intrínseca necesidad de
identificar la educación con el proceso de comunicación, cuya característica
esencial es la reversibilidad, retroalimentación o feedback. El acto de
comunicación exige un constante cordón de transmisión viva que supone la
ruptura de la dicotomía alumno-educador.
La evaluación como diagnóstico-tratamiento
La función explorativa de la evaluación permite determinar
las necesidades de los alumnos y las demandas de objetivos. La función de
diagnóstico de la evaluación permite obtener información acerca de la
estimación de necesidades, la selección y organización de experiencias, la
elección de material didáctico, etc.
En síntesis, poder controlar la marcha del proceso. La
función de pronóstico permite interpretar los logros y presentar alternativas
de acción.
La evaluación como información para la toma de
decisiones.
En educación se toman decisiones de distinta naturaleza que
emanan de diferentes fuentes: autoridades políticas, autoridades
administrativas, autoridades docentes (profesores, ayudantes, etc.) y los
alumnos organizados (organizaciones estudiantiles, asambleas, etc.). La
evaluación al servicio de la toma de decisiones asume su rol natural, dándose
en diferentes niveles según lo que se pretende lograr.
Por ejemplo, se pueden tomar medidas que deriven de la
realidad socioeconómica; esto origina decisiones institucionales que deben
traducirse en objetivos como respuestas a las necesidades del diagnóstico
socioeconómico.
De las funciones de la evaluación y de las características
antes mencionadas se desprende que ésta constituye un proceso integral que
abarca el progreso académico del alumno (información, conocimientos,
interpretación, etc.) y sus actitudes, intereses, hábitos de trabajo, etc.
En síntesis la evaluación es:
1. «Un proceso que incluye una gran variedad de evidencias
además de los exámenes parciales o finales». «Un método de adquisición y procesamiento
de las evidencias necesarias para mejorar el aprendizaje y la enseñanza».
2. «Un sistema de control de la calidad en el cual puede ser determinado en cada etapa el
proceso de enseñanza-aprendizaje, si éste es efectivo o no, y si no lo es, qué
cambios deben realizarse para asegurar su efectividad».
3. «Un instrumento de la práctica educativa que permite
comprobar si los procedimientos utilizados son igualmente efectivos en el logro
de los fines educativos».
Los instrumentos de la evaluación
Instrumentos para recibir la información
1. La comunicación didáctica:
Interacción profesor-alumno
Diálogo didáctico: Observación y escucha
Preguntas:
Individual
A toda la clase en general
Para contestar en grupos
Para iniciar un diálogo
2. La observación
Sistemática: Cuando se utilizan técnicas de almacenamiento
de información.
Asistemática: Cuando se manifiesta atención continua.
3. Actividades y ejercicios
Actividad normal del aula
control de dificultades
revisión continua de trabajos
Seguimiento del trabajo en grupos
Valorar el trabajo libre
Comprobar el grado en el que se van consiguiendo los
objetivos
Autoevaluación y chequeo periódico de logros y dificultades
4. Trabajos de los alumnos
Evaluado por el profesor, por otros alumnos, por su grupo de trabajo, autoevaluado, en
común por profesor, otros alumnos y él mismo.