Organizaciòn del bolg

El blog está dividido en etiquetas : Proyectos, trabajos prácticos, talleres, etc. Cada propuesta es una IDEA, puntos de partida, una forma de encarar la realidad, que debe adaptarse a cada forma personal de trabajar , cada ideologia.

Es importante que para que tenga éxito un trabajo tiene que tener mucho de quien lo lleva adelante, por eso invito a partir de aqui para llegar al infinito.

Exitos y fuerza ...porque esta tarea sabemos que es dura pero a la vez muy pero muy alentadora ....



lunes, 2 de julio de 2012

Padres


La indisciplina
 Miedos docentes
Autor:  Joaquín Rocha
Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación
joacorocha05@yahoo.com.ar

Alguien dijo: “Quien hace lo que quiere no hace lo que debe”. Excelente introducción para hablar sobre la disciplina en las escuelas. Cualquier organización social, para sobrevivir, crecer y marchar hacia el futuro necesita de adecuadas normas disciplinarias.

A menudo los docentes padecen impotencia y desamparo frente a la conducta de ciertos alumnos ya sea por los pocos recursos que les proporciona el sistema educativo o por la falta de acompañamiento de la familia de esos alumnos.

El “sentirse solo” hace que los docentes sean el blanco perfecto de las agresiones dentro y fuera del aula.

Luis Alves Mattos, en su Compendio de didáctica general (Ed. Kapelusz), comenta: “La falta de conformidad con las normas de disciplina vigentes en los colegios se puede atribuir también, en muchos casos, a la inmadurez de los alumnos: su inteligencia no está todavía en condiciones de comprender las razones más profundas que dictan las normas vigentes; su poca experiencia no les permite aún prever y calcular las consecuencias de todas sus palabras, actos y actitudes; su poca edad no les hace posible todavía desarrollar el control mental necesario para una conducta reglada y satisfactoria. Solamente el tiempo, la experiencia, el ambiente educativo y la aclaración progresiva de los hechos por la comprensión y por la reflexión podrán engendrar en su mente inmadura ese control reflexivo e interior que facilita una conducta consciente y disciplinada. Corresponde a la escuela favorecer y estimular esa progresiva maduración interior de los escolares, sin perjudicar la evolución sana y normal de su personalidad”. No sé si puedo afirmar que lo anteriormente escrito sea tan cierto. Por ahora me sirve para demostrar que la falta de disciplina en una institución educativa está cruzada por numerosas variables. Docentes, alumnos, padres, sociedad todos están involucrados en el mismo nivel.

Si a la escuela le “corresponde favorecer y estimular esa progresiva maduración interior…” en los alumnos, seríamos entonces todos los docentes sin excepción la mano ejecutora. Por un lado, se debe restar total importancia a los contenidos curriculares y, por el otro, poner el acento en el aspecto formativo.

Es ya una verdad consumada que algunos docentes y padres temen ejercer la autoridad que les compete para no caer en un supuesto autoritarismo. No niego que existan docentes que solo esperan sumisión y obediencia por parte de sus alumnos, intimándolos a través del miedo a la sanción o a perder la regularidad en la asignatura. Pero no advierten que esto provoca ira, más actos de desobediencia y desagradables situaciones de violencia.

En el extremo opuesto, se coloca el docente permisivo, “el que deja hacer”. En su cotidianidad, no existe la posibilidad de poner límites, promoviendo, así, el desorden y la apatía.

Ambas posiciones conspiran contra la construcción de un sujeto que pueda desarrollar su ciudadanía en un marco autónomo y responsable.

Un trabajo de investigación, realizado por Leticia Fernández y Leticia Peralta Fraire para el Instituto de Formación Docente Nuestra Señora de Fátima de Córdoba, se refiere a la disciplina, según distintas enciclopedias, como “pautas de conductas que ordenan la actividad de alguien dentro del grupo. Actitud subjetiva de aceptación de dichas pautas o como una doctrina o regla de enseñanza impuesta por un maestro a sus discípulos. Conjunto de reglas para mantener el orden”. Las autoras opinan que una posible definición de disciplina debería ser “estado en el cual un maestro y sus alumnos aceptan y consistentemente observan y obedecen un conjunto de reglas acerca del comportamiento en el aula (y fuera de ella), cuya función es la de facilitar, de una manera fluida y eficiente, el proceso de enseñanza-aprendizaje en una clase”.

Los antiguos griegos entendían la disciplina como el orden necesario para aprender. Lo pedagógico va unido a la disciplina, y esta a su vez a la búsqueda de armonía.

La asertividad es condición sine qua non para la existencia de una convivencia sana y tranquila, donde la disciplina se dé como algo natural. Si no se considera al alumno como persona que merece todo respeto, no puede haber disciplina adecuada en la tarea educativa. El respeto genera respeto. Solo respeta quien es respetado

Existen dos tipos de autoridad. La formal, en la cual el puesto que se ejerce concede el derecho de obediencia por parte del alumno quien cumplirá con las reglas de convivencia. La imposición de límites da como resultado un mejor aprendizaje. Esto dependerá de la personalidad de cada docente y de la capacidad de manejo de un grupo sin temor a sentirse avasallado por las dinámicas que se impartan en este. La enseñanza-aprendizaje debe estar acompañada por la disciplina, y esta debe tener un sentido positivo para el alumno. Todo alumno, niño o adolescente, debe aprender a acomodarse a las costumbres de su entorno, conocer los límites de su libertad, distinguir lo que perjudica un clima de armonía, lo que es prudente o no, aceptar una puesta de límites, comprender que no todo es como él o ellos deciden que sea. Respetar a la autoridad es indicio de crecimiento sano, de desarrollar independencia y saber expresarse sin violencias. Docentes con autoridad firme, afectiva, razonable y coherente proporcionan a los que educan seguridad y valorización, elementos esenciales para su desarrollo emocional y una buena autoestima. La carencia de disciplina y no saber acatar un “no” produce improntas negativas en cualquier persona que en el futuro repercutirán en su vida ciudadana.

Las autoras antes citadas aconsejan soluciones para evitar la indisciplina, tomadas de un texto de Geonel Rodríguez Pérez (Cuba 2006):

Que los docentes lleguen a horario a clase.

Que los educadores calmen a sus alumnos cuando están alterados.

Que cuando hay actividades de más de dos horas de clase se tomen un breve receso.

Que después del recreo se espere unos minutos o se planifique un ejercicio para que los niños o adolescentes se relajen y atiendan en clase.

Que los docentes no den la clase rápido (como un expediente que se quiere sacar lo más rápido posible).

Que los estudiantes no abusen de la confianza de sus maestros y profesores.

Que para la última hora de clase se planifiquen actividades dinámicas.

Que los docentes busquen diferentes formas de presentar los contenidos para que los educandos se interesen por el aprendizaje.

Que los educadores adquieran más autoridad con responsabilidad.

Que entre alumnos y docentes se entable un diálogo fecundo donde puedan evaluar la marcha de las clases.

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